El problema es que se está quedando con poco dinero y decide preguntarle a un compañero de la oficina de Buenos Aires qué puede hacer.
– Hola, Milton, ¿cómo andás? ¿Te pasa algo? Tenés cara de preocupado…
– Y, lo que sucede es que iba a venir sólo por tres días y ya hace 10 que estoy aquí.
– Y, ¿cuál es el apuro por volver? ¿No es que te encanta Buenos Aires?
– Sí, el problema es que me estoy quedando sin dinero…
– ¡Ah, vaya problema, te estás quedando sin guita!
– ¿Sin qué?
– ¡Sin guita, sin dinero! Y, ¿no tenés una tarjeta de débito? ¿No fuiste a un cajero automático?
– Sí, tengo, pero el problema es que puedo sacar sólo de a $ 100 (cien pesos).
– ¿Qué raro? ¿No llamaste al banco?
– Sí, pero me dicen que hay un problema en el sistema, que para el próximo viaje estará solucionado…
– Mirá, lo que podés hacer es hablar con tu mujer o con alguien de tu casa y que te haga una transferencia desde el exterior al Banco XXX.
– ¿Te parece? Y, ¿dónde queda ese banco?
– Mirá queda en 9 de Julio y Jardín. Vas, averiguás qué es lo que necesitás y listo.
– Pero, ¿no te parece que me pedirán algún papel raro…?
– No, seguramente tendrás que presentar el pasaporte, un domicilio en donde estés residiendo, en este caso el hotel, y seguramente te harán firmar algún papel que diga que te van a cobrar alguna tasa por el cambio o por el costo de transferencia.
– ¡Qué buena idea! Bueno, cuando salgo de la oficina para el almuerzo paso por el banco.
– Dale, si querés te acompaño, por cualquier cosa.
– Bueno, nos encontramos a las 12.30 en el hall de la empresa.
– Hecho.