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El día de ayer me gustó. Fue uno de esos días en los que todo sale perfecto.
Me levanté a las 8 de la mañana. Desayuné en casa y bajé a comprar el periódico al kiosco que está frente a mi casa. En la prensa leí que mi número de la lotería fue premiado el día anterior.
¡Fantástico!
No es mucho dinero pero me servirá de ayuda para un nuevo coche. Mi coche se estropeó hace una semana y he tenido que ir en autobús a trabajar todos los días. Hace tres días tardé casi una hora más que cuando voy en mi coche.
Después de la alegría del premio, cogí el autobús para ir al trabajo. ¡Otra vez se retrasó y llegué 20 minutos tarde! Entré en el edificio, subí rápidamente las escaleras y, cuando llegué a mi mesa, mi jefe estaba allí. ¡Pensé que me regañaría porque es la segunda vez que me pasa esta semana! ¡Pero no! Me dijo que teníamos que hablar.
Lección relacionada
Entramos en su despacho y me preguntó por qué llegué tarde otra vez. Le comenté mi problema con el coche y el autobús y, para mi sorpresa, lo comprendió y cambió de tema. Comentó que estaba muy contento con mi trabajo y después fue directo al grano.
¡Me ofreció un ascenso!
Llevo trabajando en esta empresa dos meses y nunca esperé un ascenso en tan poco tiempo. Por supuesto lo acepté al momento y, desde ayer, ¡soy la nueva subdirectora de ventas de la empresa!
Trabajé todo el día y por la tarde cogí el autobús con una enorme sonrisa. No borré esa sonrisa durante todo el día. De hecho, me acosté con la misma sonrisa… ¡un gran día!…
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